Facultad de Derecho Universidad Andrés Bello

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lunes, 23 de mayo de 2016

Conferencia y Coloquio: Desafíos actuales del ejercicio de la profesión de abogada/o

El próximo miércoles 25 de mayo, a las 19:45 horas, en el auditorio azul de la UNAB-Sede Viña del Mar, se realizará un coloquio sobre los "Desafíos actuales del ejercicio de la profesión de abogado/a".

Para los detalles de este evento revisar el siguiente afiche:


"Encuentro Local" del Proceso Constituyente





El día viernes 20 de mayo la Academia de Derecho Constitucional llevó a cabo un "Encuentro Local" en el marco del Proceso Constituyente que se desarrolla en nuestro país. En el contexto de este cabildo ciudadano tuvo lugar un interesante diálogo sobre los principios y derechos que deben ser incorporados en un texto constitucional. El encuentro de desarrollo en un ambiente de respeto democrático donde todos los ciudadanos y ciudadanos asistentes dieron su opinión y compartieron su visión de la sociedad.

viernes, 20 de mayo de 2016

DISCURSO INAUGURAL AÑO ACADÉMICO 2016 - Santiago Zárate González







Isidoro Martín relataba lo siguiente con ocasión de la sesión inaugural del año académico en la Universidad de Murcia: “El labrador acostumbrado a vivir en íntimo contacto con la naturaleza ha visto repetirse tantas veces el espectáculo grandioso del nacimiento del día que ya no experimenta, al presenciarlo, emoción alguna. Pero si el labrador tiene alma de poeta cada nueva alborada será una contemplación exultante y a cada salida de sol entonará un himno de alabanza al Creador que hizo bien todas las cosas” (Martin Martínez, Isidoro, 1943).
Es una realidad que aún los actos más grandes e impresionantes de la vida, repetidos una y otra vez, insensibilizan nuestras fibras, incluso las más sutiles y pasan inadvertidos, no obstante su imponente grandiosidad. De aquí, la necesidad de preparar y pulir nuestro ánimo y nuestra sensibilidad para acercarnos con plenitud de emoción a estos acontecimientos, grandes en sí, pero que vemos empequeñecidos por la rutina. Y, de aquí también que los hechos verdaderamente trascendentes de los hombres hayan de ser rodeados de pompa y grandiosidad para que lo desusado de la ceremonia y del rito gane los sentidos y la inteligencia de los protagonistas y de los espectadores.
Los romanos entendieron, como todos los pueblos antes que ellos y por cierto después que ellos, que los ritos y ceremonias públicas poseían un gran poder sobre las personas y  daban legitimidad a quienes aparecían como ungidos por la divinidad. Entre esos ritos y ceremonias, la inauguratio tenía una especial connotación, pues generaba ese espacio público destinado a resaltar la figura omnipresente del rey, a la usanza etrusca, por cierto. La fundación de una ciudad y la unción del monarca hoy se debaten entre su origen puramente religioso o secular.
Contaba el historiador romano Livio (en 1, 18, 6-1) la historia de la inauguratio del rey Numa en los siguientes términos: “la célebre descripción de Livio de la inauguración del rey Numa hay que suponerla recreada a partir del ritual de inauguración del rex sacrorum o tal vez de los flamines (la coincidencia en los procedimientos no admite otra interpretación), lo que en cualquier caso nos permite conocer el desarrollo de un ritual de esta naturaleza. Resumo aquí sus fases: la inauguratio tenía lugar en el auguraculum del arx, donde tanto el inaugurandus como el augur tomaban asiento sobre una determinada piedra (in lapide). Allí el augur oficiante abría la ceremonia con una plegaria (precatio) a los dioses, delimitando seguidamente su campo de visión o locus designatus in aëre (espacio ritual donde únicamente eran aceptados los signos solicitados) con ayuda del lituus. A continuación, colocando su mano derecha sobre la cabeza del rey, el augur procedía a recitar la precatio inaugurationis, o fórmula en la que se detallaban los términos precisos sobre objeto y propósito de la inauguración y se solicitaba a Júpiter que manifestase su parecer sobre el inaugurando enviando signa certa. En el siguiente acto el augur pronunciaba la legum dictio, también una fórmula mediante la cual consignaba formalmente la naturaleza y orientación de los signos que solicitaba. Una vez obtenidos y reconocidos, y en virtud de ese mismo acto, el rey (entiéndase el sacerdote) en cuestión adquiría finalmente la condición de persona inaugurada. Habiendo finalizado la ceremonia de inauguración, el rey (sacerdote) descendía del arx y era presentado al pueblo en su nueva condición ante los comitia calata, en un acto ya de carácter eminentemente político” (Delgado, José A., 2009).
Por eso, la ceremonia inaugural del curso universitario, que supone la bienvenida a la juventud llamada a ser guía y forjadora de todo un pueblo, para incorporarla a la tarea de su formación, necesita estar rodeada de aparato y magnificencia.
Tras esta aparente farsa que implica abrir con pompa el año académico cuando la mayoría de Uds. ya han sentido el rigor de las pruebas, sin embargo, se esconde el sentido de un concepto o idea que es necesario cuanto imprescindible rescatar: el anhelo de formación de aquellos jóvenes que ingresan a nuestras aulas.
Formar es educar, y educar constituye el primer acto de amor filial, de un amor incondicional al conocimiento que recién cosechamos cuando nos enfrentamos a la verdadera vida tras salir de nuestras puertas. Formar es también continuar con aquellos valores entregados por nuestros padres hasta que ingresamos a la educación superior, camino que no está exento de peligros y desdén, dignos en todo caso, de la apoteósica epopeya de Melgadesh.
En todo este ritual, deben quedar inscriptas con tinta indeleble aquellas palabras y acciones que moldean un ideal de persona dispuesta a luchar contra la adversidad que implica la vida en sociedad.
Salir, en este escenario, parece aventurado y audaz, pero no por ello, menos excelso y magnífico. ¡Qué otra acción humana contiene más elocuencia! Tal vez el amor. Mas, ¿no se trata de amor esta acción de enseñar? Pues claro: formar es también amar.
En todo esto, la vorágine transformadora se mezcla con los acontecimientos concretos del presente que nos alejan del logro de nuestros sueños, los que son réplicas del sueño de todos nosotros, en cuanto, seres sociales. No es peregrino el pensamiento ausente del análisis concreto. No es que no queramos vivir la vida. Muy por el contrario, queremos que sea muy buena y bien vivida, para que en el juicio de nuestras acciones, seamos condenados o absueltos de todos nuestros errores y de nuestras batallas ganadas.
Por ello, formar es tan importante, porque no sólo implica enseñar la teoría sino también los avatares de la praxis, misma que inspiró a los primeros jurisperitos, y que hoy se nos aparece como justo y necesario.
Aquí en esta escuela de derecho, pretendemos formar, sí. Pero con una pequeña gran finalidad: transformar. Y transformar no es más que dar una nueva forma a algo que ya existe. Moldear la materia de la cual estamos hechos. Cuerpo y espíritu; cuerpo y alma, si se quiere; ambos aspectos unidos ante una sola y grandiosa idea: ser mejores.
Porque somos todos lo mismo, pero de distinta manera. Esa analogía ontológica que arranca del supuesto mismo de la existencia humana, es la substancia necesaria y presente en todos nosotros que nos impulsa a querer ser mejores.
No hay resultados sin acciones, y la acción de formar tiene consecuencias en nosotros que son propias de una actividad que se reconoce como noble, pero no exenta de la mortaja dolorosa del fracaso. La tensión dialéctica entre el éxito y el fracaso, es, sin embargo, un aditivo recurrente, y en cierta medida, necesario para retirar aquello que sobra del mármol que rodea a la obra maestra, parafraseando un poco a Buonarotti. Decía Carl Steppel Lewis: Sólo tengo la vida que llevo, y el sufrimiento de ahora no es más que parte de la felicidad de entonces. ¡Ese es el trato!
En consecuencia, verán Uds. que la formación debe ser exigente. Nosotros debemos ser así mismo, exigentes con nosotros mismos. Porque nadie mejor que nosotros, sabemos lo que queremos, y en esa búsqueda incesante de la verdad, podemos asistir quizás al inicio de nuestros mejores años, y del alcance no menos importante de nuestra merecida felicidad completa.
Estimados estudiantes, profesores, autoridades y amigos, recibamos este acto inaugural del augur que me ha tocado ser en esta oportunidad, declarando solemnemente abierto el año académico 2016 de la Escuela de Derecho de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar. Muchas gracias.



Visita al Congreso Nacional



El día miércoles 18 de mayo los cursos de Sociedad y Estado, a cargo de los profesores Jorge Astudillo y Paulo Pérez, visitaron el Congreso Nacional. En dicha oportunidad asistieron a la discusión en la Cámara de Diputados sobre el proyecto denominado “Agenda corta antidelincuencia".